No siempre encontramos el tiempo para parar y compartir con vosotros las actividades que organizamos con nuestras familias o con nuestros niños y niñas (de hecho, hemos organizado experiencias muy bonitas a lo largo de los años que no os hemos podido explicar por aquí), pero en esta ocasión hemos logrado hacer un pequeño paréntesis para contaros cómo ha ido.
Como siempre, esta pequeña gran "escuela de verano" pretendía ofrecer un espacio para que niños y niñas en acogimiento pudieran jugar y disfrutar, aprender y generar lazos de amistad entre ellos, en un entorno que habíamos concebido al mismo tiempo como terapéutico, y muy enfocado en realizar un aprendizaje social y emocional paralelo.
Lo cierto es que fueron unos días repletos de ilusión, de curiosidad y de alegría, en los que nuestros jóvenes protagonistas pudieron conocerse mejor, experimentar y aprender un montón de cosas a través de los talleres que habíamos organizado (robótica, manualidades, juegos grupales, musicoterapia y expresión corporal, etc.).
Entre otros, aprendieron a diseñar y construir un pequeño y divertido robot pintor, a elaborar instrumentos de música caseros o a construir una simpática maqueta de vehículo accionada gracias a la energía eólica (viento).
Estos talleres fueron también diferentes a los que hemos realizado en otras ocasiones por un motivo muy especial, ya que tuvimos la suerte de contar con un grupo de jóvenes del programa, ya adolescentes, que participaron en él como monitores de apoyo junto a nuestros técnicos y voluntarios.
Fue genial verles trabajar llenos de entusiasmo, guiando y ayudando a los peques en todo momento para que los talleres fueran un éxito. Desde aquí aprovechamos la ocasión para reconocer su estupenda energía, su empatía, su buen hacer y el arte con el que conectaron con sus "alumnos" a lo largo de estos días.
Desde el equipo nos quitamos el sombrero antes ellos... ¡Son fantásticos!!
Como viene siendo habitual, os dejamos por aquí algunas de las fotos que tomamos a lo largo de esos días:
